miércoles, 11 de abril de 2012

Monseñor Romero (introducción al programa de radio):

En los últimos decenios El Salvador ha estado encabezando la lista de países más violentos del mundo. No tengo palabras para expresar el dolor que eso nos causa a los salvadoreños que, en el interior y en el exterior, solamente queremos vivir y dejar vivir. Si bien ahora se habla de las maras, esos jóvenes tatuados que desprecian tanto la vida propia como la ajena, no hay que olvidar que antes fueron los cuerpos represivos del gobierno y los escuadrones de la muerte los encargados de mantener al país en los primeros lugares de esa trágica lista. El Salvador entró a la modernidad en 1932 con una masacre de 30,000 indígenas, y a ese genocidio le siguió una criminal dictadura militar de 50 años.

En 1980, cuando muchos civiles ya no aguantaban la situación y habían tomado las armas para luchar contra la dictadura, la violencia política alcanzó el cénit: el 24 de marzo matan al Arzobispo de San Salvador, Monseñor Oscar Arnulfo Romero. El querido sacerdote, que se había atrevido a desafiar públicamente a la oligarquía y a los militares, se convirtió de inmediato en un símbolo, pues representaba a miles de personas que habían sido asesinadas en el país. Asimismo, su muerte dejaba en claro hasta dónde podían llegar los poderosos. Si mataban al Arzobispo, en un país predominantemente católico, ¿a quién no matarían? En el siguiente programa de radio, producido por mí y Malin Nicander, puedes escuchar la historia de Monseñor Romero, a quien recordaremos hoy, mañana y siempre.

Por: Oscar García